Hoy queremos hablaros sobre un tema del que no se habla mucho pero que también sucede, las adopciones fallidas.

Y es que la adopción no es un procedimiento de reproducción asistida, sino una medida de protección del menor. No son los padres los que tienen “derecho a adoptar”, es el menor el que tiene derecho a crecer en una familia. Por tanto, es esencial que los adoptantes puedan responder a las necesidades de los menores que realmente están disponibles para ser adoptados (y no a las de un menor ideal).


En ocasiones, los menores no son capaces de crear un vínculo con su familia adoptiva o viceversa.

Charo Blanco, psicóloga experta en atención a niños con trastornos del vínculo, subraya que con apoyo profesional y un proceso terapéutico es posible desarrollar lazos. No es un proceso fácil, pero con el apoyo de unos padres “terapéuticos” se puede lograr. 

El menor necesita elaborar el duelo por la pérdida de su madre biológica y la familia debe ser capaz de apoyarle en el proceso. Proporcionarle un espacio seguro donde pueda expresar sus emociones sin temor a herir a nadie, y ayudarle a elaborar el relato de su sufrimiento.

En este largo camino, organizaciones como la Asociación Petales pueden ser de mucha ayuda, ya que ofrecen apoyo para familias y personas que presentan trastornos del vínculo afectivo o apego.

Actualmente, los menores que necesitan ser adoptados son mayores de 6–8 años, con necesidades especiales o grupos de hermanos.

La creencia de que en el tercer mundo había cientos de miles de bebés pequeños y sanos esperando una adopción, es una creencia errónea, que está teniendo consecuencias (anima a las familias a ofrecerse para un perfil que no está disponible, se crean expectativas poco realistas, los tiempos de espera son muy largos por falta de niños “pequeños y sanos”, y la presión a los países pobres fomenta prácticas como el robo de niños para convertirlos en adoptables. Entre tanto, los niños que de verdad necesitan ser adoptados, se quedan sin familia.

Y la verdad es que la prioridad no se encuentra en las necesidades de los padres (tener un hijo, cumplir un deseo, recibir amor incondicional) sino en las necesidades reales del niño.

Por último os dejamos con esta frase: “Las familias adoptivas no somos responsables del pasado de nuestros hijos e hijas, pero sí somos responsables de la reparación de su daño”.

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