Adversidad temprana

Nada más lejos de la realidad, justo todo lo contrario. Lo que nos sucedió durante la gestación y los primeros años de vida (3-5) marcará nuestro futuro. En realidad somos lo que nos sucedió en esa primera etapa de vida.

Cuando sucedieron hechos que no deberían haber sucedido (malos tratos, estrés social, estrés económico, consumo de alcohol y/u otras sustancias tóxicas durante la gestación, o durante los primeros años del niño, abandono….) o, por el contrario, no sucedieron hechos que deberían haber sucedido (buenos cuidados, alimentación, atención…), entonces hablamos de adversidad temprana (AT).

La AT no es una categoría diagnóstica. No se puede emitir un diagnóstico de AT. Un hecho se constata no se diagnostica. De la AT hay secuelas, unas físicas y otras psíquicas. No siempre tienen la misma intensidad, o éstas son lo suficientemente relevantes, depende del niño y de los cuidados posteriores al hecho traumático. Pero, en el caso de haberlas sí se pueden diagnosticar (TEAF: trastorno del espectro alcohólico fetal, TEA: autismo, TD: trastorno del desarrollo, TLP: trastorno límite de la personalidad, hay más, pero no merece la pena).

Los que no hablan o los que no dejan dar clase

No obstante, el problema de las secuelas de la adversidad temprana es su difícil encasillamiento en una categoría diagnóstica. Hay niños de todo tipo, los que no hablan, no participan en clase, no socializan, no juegan, se bloquean, se esconden, otros por el contrario son revoltosos, molestos, no dejan dar clase, son agresivos, pegan, quitan los juguetes, etc. Por lo general se ha usado como diagnostico el TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad). El TDAH, no es otra cosa que la “tos” en una afección respiratoria. El problema de los niños que ha sufrido AT es que les explosiona la cabeza y tienen dificultades, por defecto o por exceso, para participar en clase.

Los niños adoptados

Los niños adoptados son el ejemplo claro de adversidad temprana. La adopción es una medida de protección del menor. No se trata de dar satisfacción a unos padres, que por diversas razones, no pueden o no quieren tener hijos biológicos. Se trata de encontrar unos padres para un niño solo en el mundo, que tiene derecho a una familia. El conjunto de la sociedad tiene la idea que los niños adoptados son unos privilegiados, unos afortunados, pues, tras una situación adversa, traumática, solos en el mundo, con un futuro negro, finalmente han tenido la “suerte” de recalar en una familia cuyos padres reúnen las características de idoneidad certificada. De hecho, tenemos un certificado de idoneidad que puede ser la envidia del resto de padres.

La gestación y los primeros tres años de vida, claves

No son afortunados, la AT afecta al neurodesarrollo, al cerebro en definitiva. Los estudios sobre el desarrollo de los niños demuestran que la calidad de sus relaciones durante la gestación y primeros tres años de vida incide en su bienestar, adaptación social, autorregulación, empatía, conducta y, en definitiva, la salud mental de adolescentes y adultos.

Cuando Barudy habla de “La revolución neurocientífica”: La estructura y el funcionamiento del cerebro depende de la interrelación de los “genes” y las relaciones interpersonales. Está queriendo decir que los buenos tratos / violencia o malos tratos, inciden en la presencia y concentración de ciertas sustancias que inhiben o posibilitan la expresión de un gen con incidencia en el desarrollo cerebral. “Los cimientos de la construcción del cerebro y de la mente y por ende de la personalidad se establecen durante el embarazo y los tres primeros años de vida”. Hablamos de “epigenetica”, que dejaremos para otra ocasión.

Dos caras de la misma moneda

Los padres adoptivos sabemos que nuestros hijos son fruto de la AT, de lo contrario no nos hubieran dejado adoptarlos, ya he dicho que no todos manifiestan secuelas, y los que las manifiestan no lo hacen de la misma manera. Tengo dos hijos adoptados y son dos caras de la misma moneda. Cada uno se manifiesta a su manera. De su comportamiento e historia (lo que se puede conocer), he aprendido a distinguir embarazo deseado/no deseado, dificultades en la gestación/buenos tratos, abandono temprano (recién nacido), orfanato o familia en acogida.

Dios los cría y ellos se juntan

Cuando un padre adoptivo ve en el colegio o instituto a otros niños comportarse como los nuestros, pensamos que algún hecho adverso les sucedió en su etapa temprana. La diferencia estriba en que los padres biológicos, los maestros y profesores, no son capaces de verlo. De hecho, nuestros hijos se suelen juntar con niños como ellos, que han sufrido AT, de alguna manera se identifican, se entienden (Dios los cría y ellos se juntan).

Necesitamos aulas sensibles al trauma

La vergüenza la deben sentir otros

La experiencia de los padres adoptivos, al convivir con la adversidad temprana y ver sus manifestaciones, podría resultar de gran interés científico y práctico para las instituciones. Somos un buen campo de ensayo, podríamos ser entidades colaboradoras de la administración. Pero, contrariamente, familia, amigos, maestros, profesores y sociedad en general nos consideran malos padres, que no sabemos criar y que cuando la naturaleza no nos dio hijos sus razones tendría. Cierto es que esta opinión sobre nosotros condiciona y avergüenza a muchos padres compañeros de adopción. Nuestros hijos no son vagos, gandules, inadaptados, desagradecidos por no corresponder con lo que se hace por ellos. Las aulas no están pensadas para paliar el trauma, es más, a veces lo intensifica y reproduce. Necesitamos aulas sensibles al trauma. Necesitamos un sistema educativo inclusivo. La vergüenza la deben sentir otros.  

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