María fue menor en acogida. Ahora tiene 20 años y está estudiando “para trabajar con niños” y como “forma de agradecer lo que han hecho por mí”. “Necesito poner ese cariño que a mí me han dado. Como me están dando cariño de más, pues yo tengo cariño para repartir ahora. Necesito repartirlo”. La vida le sonríe a esta joven que habla con una madurez propia precisamente quizás de todo lo que ha pasado.

“Ahora sé lo que es una buena relación de un niño con sus padres, cómo es la convivencia con los hermanos, con los tíos o los abuelos. Eso yo no lo había visto en condiciones, no sabía lo que era, y gracias a ellos sé lo que es una buena relación entre padre y madre, sentarte con tu madre y contarle cómo te ha ido el día, contarle tus cosas. Eso yo antes no lo tenía. Ahora estoy cuidando un bebé y me siento como una acogedora más. Cuando tenga mi casa, mi trabajo y mis cosas, yo quiero ser acogedora también”

Por el hogar de Pepa ya han pasado 22 menores. Como tantas cosas en la vida, de causalidad, hace unos 15 años dio con “un papelito de una peluquería” donde se informaba de los pasos principales para realizar un acogimiento familiar. 

“Mi María hizo el otro día 20 años”, presume Pepa Corrales, que en febrero cumple 62 años. “Llegó a casa con 14 y su hermana con 11”, recuerda. Ambas fueron desde un principio un acogimento permanente, una de las modalidades de acogimiento familiar en Andaucía. Tengo ahora una niña de 10 años en acogimiento temporal y otro de cuatro meses, explica. ‘Su’ María vivía antes en Sanlúcar de Barrameda. A los 12 años, su padre quería la custodia pero no la de su hermana. La administración determinó que ambas permanecieran en un centro de protección de menores.

“Ningún niño es feliz en un centro”, pero allí contaba con la compañía y “el cariño” de su hermana. María intuía que no podrían estar juntas ella y su hermana sin la tutela de la Junta. “Estuve mucho tiempo sin verla. Estábamos pagando los platos rotos. Éramos culpables de algo en lo que no teníamos nada que ver, porque de esas cosas son responsables los adultos. De eso me di cuenta cuando me hice mayor, porque antes creía que yo tenía parte de culpa”

Hasta que Pepa la cogió un día y le aseguró: ‘Tú no te vas a ir de aquí hasta que te cases o te vayas a vivir sola’. “Y hasta ahora, con 20 años cumplidos y muy contenta”. María cree que hay muchas personas que no conocen este sistema de acogida y “es bueno que todos sepan cómo funciona”.

Para leer la historia completa pincha aquí