En España hay cerca de 17.000 menores de edad en centros residenciales, más de un millar de ellos, de entre 0 y 6 años. Nuestro sistema de protección a la infancia está a la cola de Europa. La falta de recursos y visibilización dificultan que estos niños y niñas se críen en un entorno familiar, saltando de centro en centro hasta cumplir los 18 años.

¿Qué está fallando? Desde ASEAF apuntan a un desconocimiento profundo por parte de la sociedad, una falta de cultura heredada de los antiguos hospicios y grandes centros que surgieron tras el desarrollo de los sistemas sociales públicos del siglo XIX: “En aquel entonces el acogimiento existía de forma no reglada. La primera ley que habló de ello fue hace 30 años. A partir de ahí tenemos una medida de protección nueva, jurídicamente hablando, a la que no se le ha dado la importancia que tiene; ni siquiera la Administración la ha dotado de recursos, tanto económicos como de personal”, puntualiza Arauz de Robles.

Una opinión que también corroboran desde UNICEF España: “Culturalmente, todavía no estamos en el mismo plano que otros países, por la tradición del cuidado en grandes centros que aún sigue presente, y la poca información que se tiene sobre el acogimiento familiar”.

“Tenemos la idea de que los niños se adaptan rápidamente a todo y que si antes estaban mal, pero ahora van a estar bien, se acabó. Esto no es así. Las experiencias adversas de estos niños, derivadas de la separación y circunstancias de sus padres, dejan una huella profunda y duradera, especialmente en edades tempranas, que necesita cuidados personalizados e individualizados para ayudar a su reparación”, comenta Jesús Palacios. “Es imposible que en un ambiente de cuidados colectivos, como son los centros residenciales, por muy buena que sea la respuesta, esa herida cicatrice. Nuestra especie no nos ha fabricado así”.

Cuando preguntas a las familias qué les aporta el acogimiento, todas hablan de una satisfacción difícil de explicar con palabras. “Siempre piensas que la educación que le aportes y el cariño que le des lo va a llevar consigo vaya donde vaya. De alguna manera, vas a marcar su futuro y esa sensación es maravillosa”, coinciden Román, Pedro, Estefanía, Andrés y la propia Rocío. “Tienes que ser consciente de que vas a invertir para que esos niños tengan un porvenir que no tendrían si tú no estuvieras”.

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